Dos puertas… Dos Caminos


“Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la encuentran” (Mateo 7:13,14).

La Biblia presenta que los seres humanos tienen la libertad de decidir entre dos opciones debidamente presentadas. Por ejemplo: vida o muerte, bendición o maldición (Deut. 30:19); creer o no creer en el Hijo de Dios (Juan 3:16-20); ser libres o esclavos del pecado (Juan 8:31-36). En todas las veces que las dos opciones son presentadas, el Señor por su Palabra, nos exhorta a tomar la decisión correcta y certera. Este el caso de lo planteado en el Sermón del Monte (Mateo – caps. 5-7). En él se describe al Rey y al código de vida de su Reino, el cual se presenta en total oposición al reino de este mundo. Inicia con una vida de bienaventuranzas; luego establece la correcta interpretación de la ley de Dios, la cual tiene que ser grabada en el corazón, y no en una religión externa; afirma lo que debe ser el amor hacia los demás, incluyendo a aquellos que nos hacen mal; y, al final, nos presenta (caps. 6 y 7), lo que debe ser una genuina y fructífera relación con Dios, escogiendo, por supuesto, la mejor decisión, contraria a la auto-gratificación del yo. Consideremos la enseñanza de las dos puertas que se abren hacia dos caminos. Se nos invita a entrar por la puerta estrecha, la cual conduce a un camino angosto. ¿Parece esto una opción negativa de dolor y tristeza? ¡No! Esa Puerta es Jesucristo (Juan 10:7-9). Es la puerta de salvación. ¿Por qué es estrecha? Damos aquí dos razones: 1) Aunque la salvación es por gracia (don gratuito de Dios), hay que tener un genuino deseo y determinación de encontrarla para entrar por ella; 2) Para entrar por esa puerta hay que dejar mucho equipaje, es decir, morir al yo mediante el arrepentimiento. ¿Por qué conduce a un camino angosto? Al “camino angosto” podemos llamar la santificación de quien conoce a Cristo como Salvador: 1) no se perderá en los ofrecimientos de un camino ancho sin controles; 2) y vivirá en la seguridad de que la dirección del camino angosto ya está trazada y definida por el gran Arquitecto.

El camino angosto no es fácil: hay que morir al yo, y seguir a quien trazó la ruta con su vida, a Jesús, quien es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6). Este no será un camino de auto-complacencia, sino de obediencia que traerá consagración, y, por ende, bendición. Andar por el “camino angosto” no será simpático ni popular para el mundo. Ahora mismo, en muchos países no se ve con agrado a quien vive su fe por la Palabra. Países prósperos como Estados Unidos, Rusia, Canadá, China, Japón, India y países europeos, entre muchos (sin contar la región del Medio Oriente), ven el cristianismo bíblico como una amenaza a su cultura, y, por esa razón, le están poniendo cada vez mayores restricciones. No resulta fácil ser un creyente fiel y activo viviendo la Palabra, pero quien así decide hacerlo vivirá en el gozo de agradar a Dios, y su vida de testimonio de la Luz de Cristo. ¿Podrá un creyente que ha entrado por la puerta estrecha, decidir caminar por el “camino ancho y espacioso? ¡No sería correcto!, ya que no hay congruencia del uno con el otro. Todo se verá en el resultado: la puerta ancha conduce a un camino ancho que lleva hacia la perdición. ¿Por qué son muchos los que lo escogen? Porque no implica ningún cambio, sino seguir la ruta fácil que ofrece el mundo, sin pensar en las consecuencias. Es moverse por el “flow” o corriente de lo que la auto-gratificación o lo que la moda de la mayoría impone. ¿Por qué son pocos los que encuentran la puerta y el camino estrecho? Esto no significa que pocos serán los que se salvarán, sino que está puerta y camino estrecho son para los que están dispuestos a arrepentirse de verdad y a entregarle el control de sus vidas al Espíritu Santo. Una “vida cristiana” en la cual el “yo” tenga control y no Dios, será un engaño que se pueda estar viviendo en el camino “espacioso”. Volvamos, entonces, al camino estrecho, que a la corta y a la larga, tendrá mayor rendimiento.

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