Que gobierne la gente justa


La historia ha sido testigo fehaciente de la verdad expresada en el texto de Proverbios 29:2. Todo gobierno, positivo o negativo, tendrá un efecto directo en la vida de sus ciudadanos. Hagámonos las siguientes preguntas: ¿Qué es gobernar? y ¿quiénes tienen la responsabilidad principal para hacerlo? Examinemos las siguientes contestaciones:

1) El gobierno lo estableció Dios para que los seres humanos vivan con un sentido correcto de justicia. Justicia implica orden, protección, seguridad y buena administración; lo contrario a esto es “caos”. Hay cinco instituciones, por así decirlo, que Dios estableció, y que son necesarias para el buen orden social: a) el individuo, b) la familia, c) la comunidad; d) el gobierno, y e) la iglesia. Estas instituciones se necesitan las unas a las otras para una sana convivencia.

2) El gobierno comienza con el individuo mismo: “Mejor es…. el que enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (ver Proverbios 16:32). Un individuo sin escrúpulos, que no tiene claro los principios de moralidad familiar y social, no puede gobernar.

3) Todo gobierno político tiene que dar cuentas a Dios, y a la comunidad:

“Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios; y las que hay, por Dios han sido establecidas…. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo…. Porque es servidor de Dios para tu bien”(ver Romanos 13:1-4).

Entendamos esto, no es que Dios establezca gobiernos malos y corruptos, sino que les da a todos la oportunidad de ser “servidores para bien”. Pero cada uno tendrá que dar cuentas por sus ejecutorias. Ni Dios ni la comunidad le dan a los magistrados (políticos), ni a los partidos que representan, un “cheque en blanco” para hacer lo que quieran. Si unos políticos no reconocen su responsabilidad de “dar cuentas” (accountability), serán unos corruptos. Nos toca a todos este domingo, el asumir el derecho al voto para seleccionar candidatos de los principales partidos políticos que tengan un carácter y una aptitud correcta, para ser servidores de bien ante Dios y la comunidad. Es un deber ejercer nuestro voto concienzudamente. Pero ahí no termina nuestra responsabilidad. Estaremos vigilantes a que estos magistrados sirvan al pueblo con integridad, en lugar de servirse a sí mismos, o a sus partidos. Hay un refrán popular que dice: “El pueblo se merece el gobierno que tiene.” Puede que tenga algo de razón. Por eso, como usted y yo somos personas íntegras que valoramos una sociedad justa, elijamos aquellos que son cónsonos con nuestros valores. ¡Salgamos a votar!

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